¿Cómo serán las ciudades del futuro?

Sokwoo Rhee explica el uso de nuevas tecnologías e inteligencia artificial en las ciudades.

Las Naciones Unidas estima que para el año 2050 casi el 70 por ciento de la población mundial vivirá en las ciudades. Eso es más de las tres cuartas partes del mundo.

No hay duda de que las urbes son el futuro: impulsan la innovación, la creación de empleos y el crecimiento económico. Pero hay una paradoja: la vida urbana también es muy costosa, intensifica la desigualdad social y contribuye a la contaminación ambiental.

Por esto, expertos se han dedicado a investigar y a diseñar las ‘ciudades del futuro’, mejor conocidas como ‘ciudades inteligentes’.

Un tema que toma importancia a propósito de la reactivación económica y social de grandes ciudades en el mundo, en medio de la pandemia de covid-19.

Sokwoo Rhee es un pionero en la creación de tecnologías que promueven el internet de las cosas, que es conectar objetos cotidianos con la red. En el 2004 formó parte de la lista de ‘Mejores innovadores menores de 35 años’ del Instituto Tecnológico de Massachusetts.

Desde el 2014 trabaja en el Instituto Nacional de Estándares y Tecnología, una agencia del Gobierno de Estados Unidos, donde lidera un departamento que utiliza nuevas tecnologías, como una red eléctrica inteligente para fomentar el desarrollo de las llamadas ciudades inteligentes.

Actualmente, ese departamento ha generado más de 250 proyectos de innovación urbana en 25 países. Rhee nos habla de algunos de esos proyectos.

¿Cómo es una ciudad inteligente? ¿A qué se parece una ciudad inteligente?

La ciudad inteligente trata de mejorar la calidad de vida utilizando tecnologías avanzadas como internet de las cosas, sistemas fiscales cibernéticos y otras tecnologías como la inteligencia artificial. Finalmente, las ciudades inteligentes deben servir a las personas.

Un ejemplo de cómo la inteligencia artificial puede mejorar la calidad de vida de una ciudad…

La ciudad inteligente busca mejorar la calidad de vida de los ciudadanos con tecnologías avanzadas como el internet de las cosas y la inteligencia artificial.

De modo que primero hay que evaluar las quejas de los ciudadanos en las grandes zonas urbanas, como la cantidad de tiempo que les toma trasladarse de un lugar a otro, o los altos índices de inseguridad pública o de criminalidad.

Por ejemplo, digamos que los ciudadanos de una determinada ciudad pasan una hora estancados en el tráfico. Podemos utilizar la tecnología para reducir ese tiempo en el tráfico a 40 minutos. De eso se tratan las ciudades inteligentes, de proveer mejoras y beneficios tangibles.

Pareciera que usted cree que la solución de los problemas de las ciudades es a través de la tecnología. Pero muchas ciudades no funcionan porque sus gobiernos son corruptos, la burocracia es ineficiente, porque no funcionan las cosas a nivel humano. No es tecnología. Es el ser humano…

La ciudad es un organismo vivo en cierto sentido, porque, obviamente, tienes la pieza de tecnología con la que tienes que trabajar, la infraestructura, pero luego hay gente.

De eso se tratan las ‘ciudades inteligentes’, de proveer mejoras y beneficios tangibles

La gente hace políticas y toma decisiones sobre cómo se maneja una ciudad. Así que hay realmente dos lados que tienen que unirse. La tecnología es solo una herramienta.

Cómo utilizar esas herramientas, cómo implementarlas, eso va a depender completamente de la gente. Incluso con la mejor tecnología del mundo, si la gente no evoluciona o la gente no hace su trabajo, no va a ser una ‘ciudad inteligente’.

Denos algunos ejemplos de ciudades que se están haciendo inteligentes, que están mejorando la calidad de vida de sus habitantes.

Hay muchas ciudades que dicen ser las más inteligentes del mundo, o las diez mejores ‘ciudades inteligentes’ del mundo. Siempre se puede pensar en grandes ciudades como Nueva York, Los Ángeles, Chicago y así sucesivamente.

Están haciendo un gran trabajo, pero solo porque tienen más recursos y más experiencia técnica. Al mismo tiempo, hay ciudades más pequeñas como Portland en Oregón, por ejemplo, y Kansas City en cierta medida, que están desacelerando un poco, pero están haciendo un gran trabajo también.

Están trabajando mucho en proyectos de ‘ciudades inteligentes’ para mejorar la calidad de vida de sus residentes, por lo que se piensa en una ‘ciudad inteligente’ como una gran ciudad metropolitana. Eso no es necesariamente cierto. También hay ciudades más pequeñas.

¿Cómo estas grandes megalópolis, como Cairo, Ciudad de México y Bangkok, pueden abaratar los costos de operar la ciudad?

Hay varios ejemplos que me vienen a la mente. El más fácil es el del alumbrado inteligente. En las grandes ciudades siempre hay postes de luz que se encienden en la noche, pero si no hay nadie caminando en las calles, francamente, no es necesario que esos postes estén encendidos.

Lo que hacen es malgastar electricidad. Si se instalaran postes de luz inteligentes con sensores de movimiento que solo se enciendan al detectar a los ciudadanos que pasan caminando, eso ahorraría mucho dinero.

Si alguien dice ‘yo quiero mejorar mi ciudad, ¿cuáles son las tres cosas que debo hacer?’, ¿usted qué le recomendaría?

Primero tienes que entender dónde está tu ciudad en términos de esta infraestructura. Es posible que algunas ciudades ni siquiera estén listas para pensar en la iluminación inteligente porque puede que no haya luz en absoluto. Eso es lo primero.

Una vez que evalúes tu ciudad, lo siguiente es que tienes que entender lo que otras ciudades están haciendo, cuáles son esas prácticas exitosas.

En tercer lugar, cuando se han identificado las mejores prácticas, hay que traer a esos expertos, como arquitectos de ciudades inteligentes, que pueden empezar a trabajar en el proceso de planificación.

Cada vez que se habla de tecnología está el problema de que el desarrollo tecnológico es mucho más veloz que la capacidad de las organizaciones, especialmente de las burocracias del sector público para adaptarse a ese cambio tecnológico.

¿Cómo se puede achicar esa brecha?

Una forma es a nivel empresarial. Cómo estos negocios y empresas pueden trabajar con las ciudades para crear estas asociaciones. La segunda forma es cómo los políticos pueden ver las ciudades en términos de la diferencia de velocidad.

Entonces, desde una perspectiva comercial, las empresas tienen que hacer negocios rápidamente, ya que las ciudades no toman esas decisiones tan rápido. Y eso es por diseño, porque las ciudades están usando dólares de los contribuyentes.

No pueden seguir gastando dinero cuando no saben si habrá retorno. Por lo tanto, necesitan a alguien o algo en el medio, ya sea un gobierno central o sin fines de lucro. Ahí es donde el papel es mediar esas discusiones y ambas partes tienen que entender.

Cómo estos negocios y empresas pueden trabajar con las ciudades para crear estas asociaciones

La velocidad de la tecnología o los negocios puede no estar siempre alineada con la velocidad de la operación del gobierno. Desde la perspectiva de los responsables de la formulación de políticas, es sumamente importante considerar los 10 y los 20 años venideros.

¿Sus recomendaciones no serán peligrosas para las ciudades? Porque casi todo lo que usted recomienda tiene que ver con conectividad, con conectar la ciudad con redes internacionales, inclusive de internet, que son vulnerables a ser hackeadas, a tener fallas. ¿Eso no hace más vulnerables y más frágiles a las ciudades?

Hay dos principales vulnerabilidades: los problemas de ciberseguridad y los problemas de privacidad. Los problemas de seguridad tienen que ver con la conectividad, como mencionas. Si todo está conectado, alguien podría hackear el sistema y utilizarlo en contra de los ciudadanos.

Por otro lado, a medida que las ciudades inteligentes recopilan más y más datos de sus ciudadanos surgen preguntas acerca de cómo está siendo utilizada esa data. El problema que tenemos ahora mismo es que los innovadores quieren seguir avanzando a 160 kilómetros por hora.

Mientras tanto, aquellos que trabajan para garantizar la seguridad y la privacidad de los ciudadanos se quejan de los peligros de la tecnología, pensando que solo quejándose van a conseguir detener el paso de la innovación.

Esa no es la manera de hacerlo. Los innovadores y aquellos en los sectores de la seguridad y la privacidad deben trabajar juntos.

Descríbanos un escenario en el cual una ciudad es hackeada. ¿Cómo luce eso?

Puedo pensar en algunos casos. Hace unos años hubo una ciudad que fue pirateada esencialmente, y luego su sistema o su portal, el portal de la ciudad se cerró por completo.

Tomó mucho tiempo, en realidad meses, recuperar los servicios de la ciudad durante ese proceso, los residentes tenían que pagar impuestos o pagar facturas a la antigua usanza.

¿Es malo? No, no lo creo. Quiero decir, la gente a veces puede disfrutar lo que sucedió hace 20 años, pero realmente afectó y obstaculizó el progreso de la ciudad.

En segundo lugar, hace unos años el sistema de notificación de emergencias de una ciudad fue hackeado y encendieron la sirena de emergencia en toda la ciudad. ¿Hubo heridos? No. Solo fue fastidioso.

Pero eso es solo una pequeña muestra de lo que podría pasar en un futuro si no le prestamos atención a las cuestiones de seguridad. Otra de las consecuencias no anticipadas y que ocurre con la adopción de estas nuevas tecnologías es que aumentan la desigualdad. Crean más inequidad en la gente.

¿Cómo hacer para que las tecnologías que usted propone contribuyan a disminuir la desigualdad y no a aumentarla?

Hay ejemplos como los sistemas públicos de wifi, que proveen acceso gratis a internet a los ciudadanos de una ciudad. Supongamos que una compañía o empresa privada es contratada por el gobierno de una ciudad para instalar un sistema de wifi público.

Esta empresa podría querer hacerlo en las áreas más desarrolladas de la ciudad, donde, por lo general, habría más tráfico. Eso dejaría a las áreas menos desarrolladas sin acceso, lo cual crearía más inequidad. Pero es ahí donde deben entrar los planificadores de la ciudad y los legisladores.

No se puede dejar que las compañías hagan lo que quieran. Claro que las empresas tienen que considerar donde hay más tráfico en la ciudad, pero al mismo tiempo hay comunidades marginadas a las que hay que ayudar a conectarse.

No se puede dejar que las compañías hagan lo que quieran

Y si se hace de la manera correcta, los sistemas de wifi públicos pueden ser una herramienta que ayude a aliviar el problema de la desigualdad.

No hay duda de que las tecnologías que usted propone tienen atributos muy interesantes y ciertamente pueden mejorar la calidad de vida de las ciudades.

¿Cuáles son los obstáculos que usted ha encontrado que existen en la adopción de estas tecnologías?

Esta ‘ciudad inteligente’ al final del día tiene que ser replicable, escalable y sostenible, lo que significa que si cada ciudad hace lo suyo, no habrá mejores prácticas, no habrá escalabilidad.

Ese no será un buen modelo para que las empresas y las ciudades trabajen. Las ciudades tienen que colaborar no solo entre ellas y las empresas, sino también a nivel mundial, para identificar marcos y estándares para ‘ciudades inteligentes’ y que así todos podamos beneficiarnos del mismo desarrollo.

Para concluir, ¿cuál es el tamaño óptimo de una ciudad?

Si la ciudad es muy grande, el proceso es más lento. Si la ciudad es muy pequeña, podría enfrentarse a restricciones presupuestarias o de recursos. Diría que el tamaño ideal es una ciudad cuya población esté entre los 50 mil y 200 mil habitantes. Son ciudades relativamente pequeñas, pero que pueden moverse rápido en cuanto a la adopción de tecnología.

MOISÉS NAÍM

Tomado de El Tiempo