Aunque los retos son importantes, un punto a favor es la buena voluntad del Gobierno y ese reconocimiento de las oportunidades que genera este cambio. El sector privado es un aliado clave.
Hablar de transición energética y su impacto en la economía y el medio ambiente, pareciera un tema lejano y que solo le correspondiera al Gobierno y las grandes empresas, pero en realidad afecta a todas las personas, el desarrollo y esa lucha por frenar el cambio climático que no se detiene y como se informa: ya es una crisis climática que no excluye a nadie.
En el libro “Nuestra casa está ardiendo” de Greta Thunberg, una joven activista climática, resalta que “estamos en una crisis que hemos generado con nuestra forma de vivir: de espalda a la sostenibilidad, lejos de la naturaleza de la que todos formamos parte y que no tardará muchos años en afectarnos”.
Esa crisis climática que ya está generando estragos y que, si no se aceleran las acciones y estrategias en cada país, el costo será alto. De esta manera la urgencia para que los gobernantes de los países se involucren y cumplan sus acuerdos son los protagonistas en una carrera contra el tiempo.
Colombia no es ajena a esta situación, pues se comprometió a tomar acciones y disminuir las emisiones de gases efecto invernadero en el Acuerdo de París, del que hacen parte varios países del mundo. Ese por dar un panorama general, que desde el 2015 ha movilizado al Gobierno colombiano a tomar medidas concretas de adaptación.
Como se lee en documento “El acuerdo de París, así actuará Colombia frente al cambio climático”, las acciones van desde la delimitación y protección de los 36 complejos de páramos, hasta lograr que el 100 % del territorio nacional cuente con planes de adaptación al cambio climático. Esta contribución va de la mano del Plan Nacional de Adaptación y la Política Nacional de Cambio Climático que actualmente está en proceso.
Lo que representa una oportunidad para que el país modernice y transforme su economía, proteja sus bosques, reduzca la deforestación y cuente con una industria eficiente, baja en carbono y resiliente al clima. Además, para que desarrolle fuentes alternativas de energía limpia que aseguren la confiabilidad del sistema.
Esta última en el marco del Día Mundial de la Eficiencia Energética, pone sobre la mesa los avances que el país ha dado y las oportunidades que tienen para alcanzar sus objetivos. Para entender cómo avanza todo, El Espectador realizó un Facebook Live con la participación de Julián Rojas, jefe de la oficina de Asuntos Regulatorios y Empresariales, OARE del Ministerio de Minas y Energía y Rodolphe Demaine, presidente de GreenYellow para Colombia y Panamá. Ponentes que desde la mirada privada y las acciones del estado plantearon varias retos y oportunidades.
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Entre ellas, esa responsabilidad de generar consciencia de la necesidad de un consumo razonable de la energía y la transición energética del país. La primera como lo señaló Julián Rojas, “tiene como objetivo que las personas creen esa conciencia de que la energía se debe consumir de una forma razonable y que los productos que se adquieran estén en línea con esto”.
Por ejemplo, el año pasado el Ministerio de Minas y Energía realizó un estudio para determinar los lineamientos reglamentarios para la eficiencia energética, tomando como referentes a países como España, Suecia, Japón y Brasil. Con los resultados se construyeron 83 medidas para dar pasos hacia esa eficiencia que involucra varios sectores como el residencial, industrial y de trasporte.
En el residencial surgieron propuestas interesantes como esas etiquetas que informen, por ejemplo, la energía que consume un edificio y compararla con vecinos. Esto contribuye para generar conciencia y ese uso razonable. También esa información se trasladó al sector automotor quienes deben informar a sus clientes el consumo de energía para orientar la venta de vehículos y apostarle a los que son amigables con el medio ambiente y esos electrodomésticos como la air fryer que está de moda, y claro benefician la salud, pero su uso debe ser racional. Son pequeñas acciones que empiezan hacer la diferencia.
Esto como medidas que involucra a los ciudadanos que, si bien hace la diferencia, el gran reto se centra en el sector industrial quienes tienen altos consumos de energía en el país y son ellos los que deben apostarle a ese uso eficiente y razonable de la energía y cuidar el medio ambiente. Rodolphe Demaine, de GreenYellow da un ejemplo clarísimo de ese consumo, dijo que “un data center de unos 1.000 metros cuadrados, para poder operar necesita un consumo energético igual al de una población de 10.000 habitantes”.
Un consumo que, con la pandemia generada por el coronavirus, ha aumentado ya que todos están más conectados y con teletrabajo. Entonces, la industria está llamada a aportar en esa transición a un cambio energético de una fuente tradicional a fuentes de energías renovables no convencionales. Y es que los consumos de energía hacen parte de esos gastos operacionales y administrativos que se pueden reducir y así mejorar en los costos y optimización de recursos.
En ese cambio, GreenYellow, una empresa de origen francés con más de ocho años implementando estructuras de energía solar, ofrece soluciones para que las compañías puedan lograr ahorros financieros, pues la energía es uno de los gastos más altos en la operatividad de una empresa. Y más ahora cuando el Gobierno anunció que Colombia reduciría el 51 % de las emisiones de gases efecto invernadero para 2030 y esto se puede lograr si el sector privado aporta desde sus actividades.
Además, la buena voluntad del Gobierno colombiano contribuye para que la industria haga esa transición, pues cuentan con incentivos y estrategias que faciliten el tema y las condiciones naturales y geográficas son un beneficio adicional. Pues Colombia tiene una matriz energética muy interesante porque cuenta con más del 70 % de su matriz hidro y es un porcentaje alto de energía limpia y con esto fácilmente se puede favorecer la energía eléctrica que es una buena opción.
Pero también tiene su parte negativa, porque en las últimas décadas el nivel de los embalses de Colombia ha disminuido considerablemente hasta un 30 % y con ello afecta esa producción de energía, lo que representa una oportunidad para apostarle a otras fuentes como los paneles solares por ejemplo y el cambio de tecnología.
Cabe resaltar que al hacer esa transición energética se requiere de inversiones importantes, que, si bien parecen altas, son más los beneficios y ahorro que produce. Por ejemplo, con un proyecto de eficiencia energética los ahorros se ven a los 30 días de entrados en operación. Sin contar todo el tema de la reducción de emisión de Co2 (dióxido de carbono), que en Colombia está tomando fuerza y que se suman a esa línea de cuidar el medio ambiente y ser sostenibles, una apuesta que se observa con las empresas del sector privado.
“Acabamos de inaugurar la primera tienda carbono neutro de América Latina y está ubicada en Bogotá. Logramos con un recambio completo de neveras de frio, cambio de la iluminación, se rediseñó la parte de luz, intervención de aire acondicionada y se pusieron paneles solares, todo esto permitió llegar a los resultados de carbono neutro. No es ciencia ficción, es lo que se puede hacer en todos los ámbitos de la mano de la tecnología y así generar un control para el consumo en sectores industriales, granes superficies, edificios públicos por mencionar algunos”, señaló Rodolphe Demaine.
Esto cambios requieren de un plan estratégico e inversión que por ser uno de los asuntos ambientales importantes hay varios mecanismos para financiar la tecnología y dar ese paso hacía la transición energética en Colombia que es respaldada por el Gobierno. La ruta es clara, ahora es tarea de varios sectores de la sociedad movilizarse a ese cambio y aportar ese grano de arena para mitigar la crisis climática y ser sostenibles.