Streaming debe ser justo con pago de impuestos

La nueva forma de ver TV ha sido uno de los beneficiados en la pandemia, al punto que cada vez hay más jugadores globales, pero estos no pagan impuestos en los países que explotan

Hay algo en común que comparten las grandes innovaciones digitales que se han convertido en millonarios negocios tecnológicos: no pagan impuestos justos o los pocos que contribuyen en los países donde explotan los mercados, no son representativos ni se ajustan a sus altos beneficios.

Es muy fácil crecer un negocio en cualquier parte del mundo sin pagar los impuestos correspondientes, máxime cuando le quitan mercado a competidores locales que sí lo hacen, que pagan licencias, que generan empleo, que destinan una buena parte de sus ingresos a pagar edificios, servicios públicos, seguridad y toda una carga tributaria municipal, regional o distrital que no los dejan crecer o competir en igualdad de condiciones.

Ahora se trata de Disney, que lanza su negocio de streaming Plus para competirle a Netflix, Amazon Prime, HBO y Apple TV, plataformas de televisión disruptivas, innovadoras, de inigualables contenidos, muy competitivas, que son un éxito en todos los países en donde se puede acceder, pero que no contribuyen con justicia con base en el éxito que alcanzan en los mercados y que la televisión local, incluso la regional, no tiene la más mínima posibilidad de darles la talla en competencia ante los volúmenes de inversión en contenidos.

Poco a poco se quedan con la categoría de entretenimiento por televisión, en el computador y los celulares. Y es que Colombia es un mercado valioso que le ha abierto -como debe ser- las puertas a estos servicios de entretenimiento. Aquí hay más de 15 millones de hogares en los que mínimo hay dos televisores, dos computadores y otros dos o tres celulares inteligentes, interfases por donde llega todo este contenido maravilloso que se ha hecho un espacio en las preferencias de los consumidores de entretenimiento por streaming; todo un servicio millonario que en Colombia supera el millón y medio de abonados o suscriptores, un negocio muy rentable dadas las módicas tarifas con las que compiten de unos $20.000 descontados en las tarjetas de crédito o vendidos en el formato de prepago; muy popular en los mercados emergentes.

Nielsen habla de que es un mercado mundial de casi 1.000 millones de usuarios, cifra en la que pesa un país como Colombia que dispone de unos 50 millones de clientes potenciales y en donde la destinación de dinero para el servicio de streaming es una realidad en la canasta familiar. Son plataformas no excluyentes que pueden duplicar o triplicarse por cada usuario; es muy común que una persona esté suscrita a dos o tres de estos servicios. La defensa de no pagar impuestos justos es que no tienen su casa matriz en los países que explotan el servicio y algunos cuentan con sus cuarteles generales en lugares protegidos contra querellas tributarias.

Cobrarles impuestos justos será una larga disputa internacional que terminará obligándolos a contribuir en cada país, pago que le será transferido a los usuarios, pues no hay almuerzo gratis. Lo rentable de servicios como Uber, Airbnb o Netflix es que arrasan con una innovación que se convierte en una necesidad masiva, pero que no pagan los impuestos adecuados y cuando tienen que hacerlo se los transfieren a los usuarios. Pero para mejorar la conectividad nacional hay que hacer inversiones y ese dinero debe salir de alguna parte de quienes se benefician de que no hayan reglas claras.

Tomado de La República