Una fotografía del sector muestra que a diciembre de 2018 se contabilizaron 4,9 terapiés cúbicos (TPC), de los cuales 3,78 TPC corresponden a reservas probadas, 0,77 TPC a reservas probables y 0,41 TPC a reservas posibles, según el documento de la UPME.
El 100 % de la producción de gas se destina al consumo de los colombianos, para la preparación diaria de alimentos y la generación de energía a través de termoeléctricas, que brindan confiabilidad al sistema y lo blindan contra los riesgos de la variabilidad climática, sostiene María Fernanda Suárez, ministra de Minas y Energía.
“El gas natural es el energético de la transición y por eso es tan importante seguir buscando alternativas que garanticen el autoabastecimiento”, dice.
Orlando Cabrales, presidente de Naturgás, da un mensaje de tranquilidad al explicar que la UPME no incluye fuentes adicionales de suministro en el balance del plan revelado recientemente. Con un descubrimiento de Canacol y otro de Ecopetrol “tendríamos gas más allá de 2024. Hay unas nuevas fuentes que vemos con alta probabilidad que entren y que deben incorporarse en el balance. Eso nos da un tiempo más de autosuficiencia”, dice.
El dirigente gremial advierte que ante este panorama se hace urgente seguir trabajando en la adición de nuevas reservas: “Hay que seguir incorporando más yacimientos convencionales, hay que seguirles trabajando a los no convencionales (fracking) y al offshore (costa afuera)”.
Una de las grandes dudas sobre la autosuficiencia de gas está en Bogotá, donde hay inquietud porque hace un par de meses se firmaron contratos a 15 años para renovar la flota de Transmilenio y a 13 años para cambiar traer nuevos buses al SITP. Esta incertidumbre se planteó desde el proceso licitatorio, en el que Ecopetrol respondió que cuenta con los volúmenes de gas requeridos para abastecer todos los buses que se adquirieron. Sin embargo, para prevenir déficit del hidrocarburo, la entidad planteó que la primera posibilidad será complementar con producto importado.
Segunda planta
Cabrales aclara que lo anterior no excluye tener una segunda unidad de importación. Se refiere a la construcción de la planta de regasificación en el Pacífico, proyecto que va tomando forma para evitar que las reservas vayan disminuyendo a mayor ritmo.
“Si bien la prioridad del país debe ser desarrollar el potencial nacional por un tema de seguridad energética, por más regalías, más impuestos, encadenamientos productivos y precios competitivos. Pero eso no excluye la posibilidad de tener una segunda unidad de regasificación que nos sirva de respaldo, sobre todo pensando en el sector térmico del interior del país”.
Para Ecopetrol es claro que a partir de 2022 la producción de gas natural de los campos actuales será insuficiente para atender el mercado local. Seguramente el faltante tendrá que ser atendido con gas importado vía planta de regasificación, de no contarse con nuevos descubrimientos en el país.
En Colombia se importa gas natural desde hace varios años a través de la planta de regasificación de Cartagena, que se ha convertido en un respaldo confiable para la matriz energética, sostiene el presidente de Naturgás. En 2019, dice Cabrales, la terminal de regasificación recibió seis buques metaneros con 355.000 metros cúbicos de gas natural líquido y entregó 5.836 MMPC (millones de pies cúbicos) al sistema.
Ecopetrol considera que el gas importado cuesta 45 % más en promedio que el de producción nacional. Para una ciudad como Bogotá, el impacto de importar gas podría significar un incremento entre el 26 y 62 % del costo del servicio para un usuario residencial de los estratos 3 y 4, dice un estudio de la petrolera. También en el sector eléctrico se sentirían los efectos de importar gas, pues el servicio de energía eléctrica podría incrementarse en un 2,8 % promedio anual.
Si bien este gobierno ha creído con determinación en la transición energética, con la incorporación de energías renovables de fuentes no convencionales, como la solar y la eólica, “las proyecciones de la Unidad de Planeación Minero-Energética nos muestran que el país va a seguir necesitando combustibles líquidos y gas natural en 2050”, señala la ministra de Minas y Energía.
“En Colombia es importante incentivar y viabilizar la producción local, teniendo en cuenta el gran potencial que tiene el país en no convencionales, convencionales y costa afuera. Sin embargo, en caso de que se necesite importar más, la nueva planta de regasificación es un respaldo que debe ser estudiado con detenimiento”, reseña Cabrales.
Bruce Mac Master, presidente de la Andi, resalta la importancia del gas como una energía competitiva, no sólo para la industria, sino para todos los sectores. “Tener que importar el gas implicaría aproximadamente doblar los costos de energía y por lo tanto disminuir la competitividad del país”, alerta.
El estudio de la UPME reseña que las reservas totales en 2018 disminuyeron 4,7 % respecto a los valores de 2017, las reservas probadas disminuyeron 3 % y las reservas probables y posibles alrededor de 10 %. “Con estos valores, y partiendo de una producción de gas en el año 2018 equivalente a 386 millones de gigapiés cúbicos, se calcula una relación reservas / producción de 9,8 años”.
De seguir incorporando reservas nacionales, porque las importaciones han alcanzado el 3 % de la demanda, el sector del gas debe mantener la competitividad sin que se impacten las tarifas de gas ni de electricidad. Cabrales recuerda que el 20 % de la producción actual de gas proviene de descubrimientos convencionales hechos en los últimos seis años. Para este año se estiman inversiones de US$300 millones en exploración y producción, sobre todo en el Caribe colombiano.
El Gobierno no descarta el fracking como una opción interesante para elevar las reservas de gas natural.
Actualmente, en el territorio nacional hay 21 contratos de exploración y producción en ejecución por parte de 29 compañías, recuerda Gas Natural Vanti.
Jorge Sáenz V.
Tomado de El Espectador