Camilo Sánchez, presidente de Andesco
Tomado de Portafolio
Para la gran mayoría de colombianos que creemos en la institucionalidad y democracia, perderlas sería nefasto. En los países donde esto ha sucedido la situación es inviable económica y socialmente.
Preocupa que el presidente y su Gobierno han mantenido una narrativa especulativa desde hace varios meses, repitiendo que “los quieren tumbar” por cualquier decisión que toman las Cortes, negación de proyectos en el Congreso o desacuerdo con los empresarios. La apertura de investigación por parte del Consejo Nacional Electoral, por sobrepasar los topes de campaña, casi se vuelve otro estallido social cuando es claro que lo máximo que podrá suceder es imponerle una multa al candidato y su campaña; de llegar a encontrarse méritos por otras acciones, trasladarán dicha investigación a la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes para iniciar un proceso dispendioso y demorado, sabiendo que no llegarán a decisión alguna dado el carácter político de esta instancia y cuyos resultados serán posteriores al periodo presidencial.
Sin embargo, el presidente aprovecha esto para despertar su electorado, hoy por debajo del 26% según encuestas, recurriendo al conocido manual populista de crear enemigos internos o externos, con infundados anuncios de tumbadas, conflictos o magnicidios, generando espirales negativas de inversión, desesperanza y desconfianza, llevándonos a una recesión autoinducida.
Quedan menos de 21 meses para que el Gobierno culmine su mandato y los resultados no son los esperados, de ahí que hayan perdido las elecciones regionales en la mayoría de las alcaldías y gobernaciones más relevantes.
Se muestra como el gran logro que 1,6 millones de compatriotas han salido de la pobreza; vana ilusión, porque se debe a subsidios insostenibles en el tiempo, en épocas de déficit fiscal y bajo recaudo de impuestos, luego de dos reformas tributarias que impactaron fuertemente al aparato productivo y la sociedad en general. Por la desesperanza y caos institucional durante este Gobierno, aproximadamente 700 mil jóvenes profesionales han emigrado, perdiendo el país su recurso más valioso.
Hoy las promesas del Acuerdo Nacional son simplemente palabras al viento si el presidente no empieza a moderar su discurso dando ejemplo. Reiteramos nuestra invitación a dialogar fluida y técnicamente sin amenazas, para culminar este Gobierno con mejores resultados y menores daños colaterales.
De no rectificar, la mayoría de colombianos continuaremos contando los días faltantes al 7 de agosto de 2026, ni un día más ni uno menos, quedando con el sinsabor de haber perdido tiempo valioso para cerrar brechas por haber caído en cantos de sirenas, porque una cosa es proponer y otra saber hacer.
Ni golpes blandos, ni dictaduras. A palabras necias, oídos sordos.
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