Para que el nuevo esquema funcione hay que informar a usuarios sobre los cambios, dando certeza a las empresas para que inviertan en la prestación.
La pandemia evidenció la importancia de servicios y trabajadores que antes dábamos por sentado. Entre esos nuevos protagonistas están los que gestionan residuos peligrosos e infecciosos, especialmente en el sector salud y afines con la bolsa de color rojo, obligatoria para este propósito. ¿Qué hubiera sucedido sin este equipo de personas y empresas en una emergencia como esta?
Al inicio de la crisis se priorizaron medidas para garantizar la gestión; los ministerios de Salud y Ambiente emitieron lineamientos para el manejo de los residuos peligrosos infecciosos. En ambientales se expidieron medidas transitorias para ampliar el licenciamiento de las instalaciones de gestión de los mismos e inició el monitoreo del tratamiento de residuos con riesgo biológico nacional.
Las empresas gestoras de los residuos peligrosos han hecho esfuerzos en crecimiento e innovación, lo cual ha permitido atender con éxito la situación; continúan con la recolección, transporte, tratamiento y disposición adecuada de residuos hospitalarios, infecciosos, industriales peligrosos, provenientes de cadenas de posconsumo, atendiendo a más de 30 mil usuarios distribuidos en 15 departamentos y en distintos sectores industriales.
A nivel local, las autoridades ambientales y territoriales también han estado atentas a estas dinámicas. En Bogotá, por ejemplo, con el fin de no generar traumatismos en la prestación, la Unidad Administrativa de Servicios Públicos (Uaesp), extendió el contrato de exclusividad de la recolección y transporte de residuos hospitalarios, infecciosos y similares hasta el 28 de febrero de 2021.
Cumplido este plazo, el Distrito deberá contar con otro esquema para la prestación del servicio para los más de 20 mil usuarios, dentro de los cuales están los centros hospitalarios, veterinarias, peluquerías, servicios odontológicos, entre otros. Hay que resaltar que en Bogotá, aunque la primera parte de la gestión la realiza solo una empresa, en el tratamiento de los residuos intervienen varios actores.
Esta situación es distinta a la del resto del país donde esta actividad se realiza en libre competencia, esquema que ha incentivado la especialización del servicio según las características y ha garantizado la prestación con eficiencia y tarifas competitivas.
Desde la visión empresarial, la finalización del contrato en febrero del próximo año en Bogotá, es una oportunidad para ampliar los servicios ofrecidos por los gestores de residuos hospitalarios e infecciosos en la capital. La libre competencia fortalecerá el sector, con cobertura, calidad y mejores tarifas. Es importante recalcar, como sucede en el resto del país, que no quedarán zonas desprotegidas o mal atendidas.
Ahora la pelota está en la cancha de la alcaldía y a pocos meses del vencimiento, se requieren decisiones urgentes. Para que el nuevo esquema funcione debemos comunicar a los usuarios los cambios, y dar certeza a las empresas para que hagan las inversiones para su prestación. Es hora de repensar el mito sobre la necesidad de seguir contratando con exclusividad la recolección de los residuos hospitaliarios, infecciosos o similares en Bogotá. Seguimos comprobando tras la pandemia que los servicios públicos son indispensables.
Camilo Sánchez Ortega
Presidente de Andesco
Tomado de Portafolio