Aunque aislados y fuertemente intervenidos, los bosques secos tropicales del Caribe colombiano son los más extensos del país.
Un equipo internacional de 85 ecólogos de 16 países de América Latina, Estados Unidos y Europa publicó el estudio Biodiversity recovery of Neotropical secondary forests en la revista Science Advances, en el que explican el rol de estos bosques en la conservación de la diversidad de árboles tropicales y sus aportes revertiendo la pérdida de especies y contribuyendo a la recuperación de las nativas.
El equipo, liderado por investigadores de la Universidad de Wageningen, en Holanda, inventarió árboles en 1.800 parcelas de bosques tropicales húmedos y secos de tierras bajas ubicadas en 56 sitios de diez países de América Latina, entre ellos Colombia.
Los bosques tropicales albergan por lo menos 53 mil especies de árboles, lo que representa el 96% de la diversidad de estas plantas en el mundo. Según el Catálogo de Plantas y Líquenes (2015), publicado por la Universidad Nacional, Colombia alberga más de 7800 especies de árboles. Tal diversidad se encuentra hoy amenazada por los altos niveles de deforestación impulsada por la expansión agrícola.
Los sitios de estudio incluían bosques secundarios con diferente tiempo de abandono que fueron comparados, en términos de riqueza y de composición de especies, con bosques vecinos antiguos, mejor conservados.
Potreros y cultivos abandonados son colonizados con rapidez por plantas que aprovechan las altas condiciones de luz y forman bosques secundarios. Estas nuevas coberturas reemplazan a las originales, que desaparecen por la agricultura o la ganadería. En la actualidad, más de la mitad de los bosques tropicales del mundo son secundarios. En América Latina, estos corresponden al 28% de la superficie terrestre.
Así aportó Colombia al estudio
Desde el Instituto Humboldt, los investigadores Alma Hernández, Susana Rodríguez-Buriticá, José Aguilar, Natalia Norden y Hernando García aportaron información de bosques secos tropicales ubicados en los departamentos de la Guajira y Bolívar.
El Caribe es la región colombiana con mayor extensión de este ecosistema, el cual se conserva gracias a la presencia de varias áreas protegidas tales como los Parques Macuira, Los Colorados, Tayrona y El Ceibal.
La Red de Investigación y Monitoreo del Bosque Seco en Colombia (BST-Col) reporta por lo menos 306 especies de árboles en la región Caribe. Según el mapa de monitoreo de parcelas permanentes de vegetación de BST, publicado en el Reporte de Estado y Tendencias de la Biodiversidad Colombiana (2016), en La Guajira hay 45 especies de plantas leñosas en tan solo una hectárea de bosque y en Bolívar hay 103, todas correspondientes a árboles, arbolitos, lianas, arbustos, y cactus.
Esta increíble diversidad estaría en alto grado de amenaza pues, según cifras del reporte número 17 de Alertas Tempranas de Deforestación (ATD) del cuarto trimestre de 2018, la región Caribe presenta un 8.6% de todas las detecciones reportadas por este flagelo. Al respecto, el informe resalta los Montes de María y los municipios de San Juan Nepomuseno y El Carmen de Bolívar como los más afectados.
Por disposición del Ministerio de Ambiente, los BST son ecosistemas estratégicos para la conservación pues albergan una diversidad biológica de flora y fauna única, adaptada a niveles considerables de estrés hídrico (cuando la demanda de agua es mayor a la cantidad disponible durante un periodo determinado).
Estos fueron los resultados de la investigación global
El estudio demuestra que los reducidos parches de bosque secundario son capaces de recuperar buena parte del número total de especies en un par de décadas, mientras que pueden transcurrir siglos antes de que su composición, entendida como la identidad de las especies, sea similar a la a la que había previamente o a la de los bosques antiguos aledaños.
Danaë Rozendaal, autora principal del estudio, declara: “nos impresionó descubrir que se necesitan en promedio cinco décadas de abandono para recuperar el número total de especies que se encuentran en bosques bien conservados, y que en solo 20 años el 80% de la riqueza de especies ya se ha recuperado”. Según Rozendaal, “esto enfatiza la importancia de los bosques secundarios para la conservación de la biodiversidad en los paisajes tropicales modificados por el hombre”.
Aunque el número de especies se recupera con relativa velocidad, el estudio también evidencia que las especies de árboles de bosques secundarios difieren, por lo general, de aquellas que habitan los bosques antiguos.
El estudio estima que después de 20 años de abandono tan solo el 34% de la composición de especies original se recupera. Más aún, es posible que pasen siglos antes de que estos bosques recobren la composición original, o tal vez nunca lo logren.
Sobre lo anterior, Lourens Poorter, líder de la red de 2ndFOR, agrega: “si bien los bosques secundarios jóvenes contribuyen de manera importante a la conservación de la biodiversidad en estos paisajes modificados, no contienen muchas de las especies que se encuentran en los bosques bien conservados”. Por lo tanto, recalca que “los bosques secundarios y antiguos deben preservarse para garantizar la conservación de la biodiversidad en paisajes modificados por el hombre”.
En el contexto nacional, y comparativamente para las áreas estudiadas, los bosques en el departamento de Bolivar presentan mayor continuidad y han experimentado menos cambios en su extensión en los últimos 26 años que los bosques en la Guajira.
Sobre la importancia del estudio, Natalia Norden, co-autora del estudio e investigadora del Programa de Ciencias de la Biodiversidad del Instituto Humboldt, opina: “estos análisis proveen cifras que dan una idea más precisa de cuánto tiempo tardan los bosques en recuperarse luego de una perturbación. Ahora sabemos que esa cifra es enorme ya que, en promedio y luego de una tala, pueden pasar casi 800 años para que un bosque recupere las especies originales. Por lo tanto, necesitamos acciones adicionales dirigidas a la reintroducción de especies típicas de las coberturas más antiguas, así como la conservación de los parches remanentes de bosque seco con el fin de garantizar la persistencia de este ecosistema en el largo plazo”.
Susana Rodríguez-Buriticá, también co-autora e investigadora del Instituto Humboldt, considera que en paisajes tan transformados como los de la región Caribe, en donde hay un mosaico de bosques en diferentes condiciones de degradación, reconocer el valor ecológico es clave para desarrollar estrategias de conservación más efectivas.
Este estudio, único por la abundancia de datos utilizados, tiene implicaciones directas en temas de manejo forestal, pues en la regeneración natural habría gran potencial para restaurar grandes áreas de bosque debido a su bajo costo en comparación con la plantación directa de árboles.
Este puede ser un método ideal para alcanzar el objetivo de recuperar 350 millones de hectáreas de bosque en 2030 según lo establecido en el Desafío de Bonn, iniciativa en la que participa Colombia con el compromiso de restaurar 1 millón de hectáreas a 2020.
Tomado de El Espectador