Camilo Sánchez, Presidente de Andesco
Tomado de Portafolio
Queremos dar una voz de alerta sobre el impacto económico y social de realizar una reforma laboral cargada de buenas intenciones, pero que no ha sido consensuada, ni establecido su costo fiscal a profundidad, lo que puede ocasionar daños irreparables en la formalización laboral y creación de nuevos empleos.
Nuestro sector no está en contra de realizar mejoras, ni le tenemos miedo a cambiar criterios y ceder, tan solo requerimos que estén sustentados en estudios técnicos, alejados de simples sesgos ideológicos o políticos tal como está sucediendo en las reformas pensional y de salud.
El desempleo en Colombia ha sido un problema endémico por décadas; según el Dane en enero del 2023 llegó a 10,3%, por lo que debemos ser muy asertivos con esta reforma si queremos mejorar.
En el sector que representamos preocupa la intención de autorizar el ejercicio del derecho de huelga en los llamados ‘servicios esenciales’, contraviniendo abiertamente el artículo 56 de la Constitución y poniendo en riesgo la prestación continua y eficiente de los mismos. La Constitución y la ley se han encargado de fijarles límites para que eventuales conflictos laborales no terminen afectando injustamente a toda la ciudadanía.
Basta revisar lo sucedido en París con el paro hecho por los operadores de residuos en febrero, que causaron grandes pérdidas y pusieron en riesgo la salud pública.
Suena bien aumentar las horas extras, dominicales, disminuir las horas a trabajar semanalmente y otras propuestas que coartan la posibilidad de creación de nuevos puestos de trabajo y cada vez más aumentarán la brecha entre los trabajadores formales e informales, estos últimos representando más del 55% de la fuerza laboral del país.
Todo esto implicaría mayores costos para las empresas del sector, que en su mayoría son totalmente formales, y se traduciría en incremento tarifario, en un momento donde lo que buscamos es todo lo contrario. De otro lado, hay que preservar los pactos colectivos y la creación de puestos de trabajo a través de la tercerización, que han mostrado mejoras notables en eficiencia y reducción de costos sin precarizar el trabajo.
Igualmente, los artículos que generan inmovilidad e inflexibilidad laborales son muy nocivos para el buen desempeño, productividad y competitividad, generando incertidumbre a los inversionistas. Los proveedores son importantes en cualquier actividad económica. No queremos generar una masacre de medianas y pequeñas empresas cuando estas no puedan soportar los incrementos de sus costos; además por las economías de escala, solamente las empresas grandes podrán absorber las obligaciones propuestas en la reforma. Claramente se afectarán las Pymes y los emprendimientos locales, yendo en contravía de los postulados de la economía popular.
“De buenas intenciones está empedrado el camino al infierno”. No condenemos al país a mantener cifras de desempleo de dos dígitos y cifras de crecimiento de uno solo. No más triunfos pírricos porque el palo no está para cucharas.