Tomado de La República
María Claudia Lacouture
Exministra de CIT
El ser humano ha logrado muy altos niveles de evolución en el uso de los recursos naturales y la tecnología, y para ello explotó el planeta en exceso y sin el debido conocimiento para su aprovechamiento sostenible. Con la revolución industrial y los combustibles fósiles esa capacidad aumentó de forma exponencial hasta que nos dimos cuenta que el costo estaba siendo demasiado alto y el daño irreversible.
Devastamos bosques y selvas, vertimos desperdicios de toda clase en caños, quebradas, ríos y mares, destruimos hábitats sensibles, ecosistemas únicos y no fue sino hasta la segunda parte del siglo XX que los gobiernos y las empresas comenzaron a tener consciencia más clara de su responsabilidad y se promovió un diálogo mundial sobre la tarea urgente de salvar el planeta.
Esa deuda histórica es reconocida por el sector productivo y aunque su labor será apenas marginal mientras no se encuentren nuevas formas de energías limpias, los empresarios participan de manera activa en los escenarios de análisis y compromisos en la medida de sus posibilidades, los compromisos del país y con la agenda propuestas por las Naciones Unidas a través de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Es ingenuo exigir un cambio de la noche a la mañana, o alguna transformación a diez años, pero sí es el momento de trabajar con mayor intensidad, sin crear alarma innecesaria, enfocando el asunto en lo que pueden hacer los grandes capitales en la innovación y sustitución de combustibles fósiles, en lo que puede hacer cada nación, cada comunidad, cada empresa, cada persona.
¿Qué pueden hacer las empresas? Contribuir a reducir la desigualdad es una de las cosas, promover sociedades justas, pacíficas e inclusivas; defender la conservación y uso adecuado de los recursos naturales; promover modalidades de consumo y producción sostenibles. Las empresas son actores clave para lograr el desarrollo, están frente a la oportunidad de dejar de ser meros actores financiadores o donantes y ser considerados aliados imprescindibles.
Si todas las empresas adoptan una visión de largo plazo que las lleven a incorporar la sostenibilidad en sus estrategias y políticas de negocios, en un contexto regulatorio que lo promueva, se hará efectivo el tránsito exitoso hacia economías más sostenibles y equitativas.
Creación de empleos decentes y estables, políticas para incentivar la inversión en nuevas energías, innovación en mecanismos normativos que impulsen a empresas y emprendimientos a cambiar sus sistemas de producción, aplicar procesos de transformación de sistemas industriales y agrícolas a través de apoyos en capacitación y asistencia técnica.
También la promoción de la investigación, la innovación y la generación de conocimiento, buscar cooperación internacional que facilita la transferencia de tecnología y experiencias de otros países, desarrollo de un sistema de información sobre economía circular, crear cultura de reciclaje y cuidado del medio ambiente, promover y comercializar bienes y servicios dirigidos específicamente a los grupos vulnerables que contribuyan a mejorar su calidad de vida, trabajar por hábitos de consumo más sanos y eliminar el desperdicio y la pérdida de alimentos.