Con la transición energética, el mineral perderá importancia mundial y habrá que ver cómo se reemplaza.
El incremento de las energías renovables a nivel global, los bajos precios del gas natural y las intensas políticas climáticas serían tres de las principales razones por las cuales el carbón perdería el protagonismo que ha tenido en el mediano plazo. Con el impulso de la transición energética, y una baja proyección en la demanda, la industria carbonífera colombiana se enfrenta a un panorama incierto, en una coyuntura en la que continúa buscando las herramientas para mantenerse a flote en el mercado internacional.
Los estrictos planes de los países de la Unión Europea para ‘descarbonizar’ el medio ambiente son el cuello de botella al que desde ya se está enfrentando el sector. Así lo demuestra un informe de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), en el que se concluye que con estas políticas se avecina un escenario en el que la participación de la generación de energía a carbón pasará de 39% este año a tan solo 5% en las próximas dos décadas.
Los mismos estimativos los hace la Unidad de Planeación Minero- Energética (Upme), que, en un documento para comentarios sobre los minerales estratégicos, detalla que “China verá una reducción anual de 1% en su demanda a 2035, en línea con políticas ambientales más estrictas, mientras Estados Unidos experimentará una leve disminución en su demanda a 2035”. De darse este panorama, añade el documento, se pronostica que el descenso en la oferta tenderá a ser más importante que el de la demanda, “por lo que se espera un mercado con un superávit promedio de 46 millones de toneladas durante el periodo 2018-2035”.
A estos argumentos clave, que juegan en contra de la producción nacional, hay que añadir que el Gobierno reconoce que ya hay otros minerales estratégicos como el oro, el cobre y el níquel, que, si bien no podrán sustituir los ingresos del carbón, se prevé que sean jugadores cruciales en la diversificación energética a mediano plazo.
“No debiéramos perder de vista la complementariedad existente entre las diferentes fuentes actuales buscando siempre la confiabilidad en el suministro eléctrico”, explicó Juan Manuel Sánchez, presidente de Fenalcarbón, quien agregó: “no suena lógico que teniendo el recurso natural no pensemos en usarlo. Somos un país con un enorme potencial carbonífero a nivel mundial además de su excelente calidad internacional”.
¿Se sustituirá el carbón?
La difícil coyuntura a la que se enfrenta este mineral se da luego de consolidarse históricamente como un producto estrella en la economía. Con un aporte de 1,1% al PIB nacional y un poco más de 88% al total de las regalías mineras recaudadas, la sustitución prevista no ofrece respuesta sobre cómo remplazar lo que deja al país.
Eso lo reconoce Silvana Habib, presidente de la Agencia Nacional de Minería (ANM), quien dijo que se sabe “que el país debe transitar hacía energías más limpias. Sin embargo, ese proceso llevará tiempo, y mientras tanto, Colombia seguirá aprovechando la explotación de este mineral por medio de un modelo de minería integral: gestión social en su ADN, rentable y competitiva; ambientalmente sostenible y tecnológicamente sustentable”.
Y es que la sustitución del carbón será una batalla difícil para el Gobierno. Esto debido a que no solo es el segundo producto de exportación en Colombia después el petróleo, sino también porque representa alrededor de 10% del comercio total de carbón transportado por vía marítima en el mundo, pues es el principal productor del continente.
A esas cifras se le suma que genera más de $2 billones de regalías y reúne cerca de 130.000 empleos directos, formales y legales. D estos, 30.000 corresponden a la gran minería del Cesar y La Guajira, y 100.000 a pequeña y mediana minería en Cundinamarca, Boyacá, Norte de Santander, Santander y Antioquía.
“Las reservas del mineral con que cuenta el país se sitúan principalmente en los departamentos de Cesar, La Guajira, Boyacá, Cundinamarca, Córdoba, Santander y Norte de Santander. Asumiendo una producción promedio de 85 millones de toneladas anuales, tendríamos producción con las reservas para 22,6 años y recursos para unos 40 años más”, añadió Habib.
Nuevos mercados serán la clave para el negocio
Buscar nuevos mercados, incorporar tecnologías e inversiones y establecer una estrategia ambientalmente sostenible serán los desafíos a los que se enfrentarán las empresas a mediano plazo si desean mantenerse a flote en el negocio. Si bien en este momento Colombia logra sortear las dificultades con una producción estimada entre 85 millones y 89 millones de toneladas anuales, el reto, a grandes rasgos, será transformar sus operaciones, al mismo tiempo que busca estar en más países.
“La situación del mercado de carbón térmico sigue siendo retadora en términos de demanda y de precios. Esto implica que debemos ser cada vez más competitivos para asegurar nuestra sostenibilidad en el corto y mediano plazo, tarea que debemos llevar a cabo en alianza con nuestros trabajadores y sus sindicatos. Con estos, precisamente, estamos iniciando un proceso de negociación colectiva, en el cual esperamos lograr unos acuerdos alineados a la realidad del negocio”, explicó Claudia Bejarano, presidente Cerrejón.
Pese a que la directiva no explicó a qué otros mercados se le apuesta, desde Fenalcarbón se aclaró que, en este momento, el carbón térmico se ha ido consolidando en nuevos destinos como Turquía. No obstante, advirtieron que se seguirían analizando mercados asiáticos donde la demanda será permanente. Esto, debido a que aún no contemplan una evolución en el mercado energético como la que contempla Occidente.
Kevin Steven Bohórquez Guevara
La República