Adaptación, un reto incluso a los cinco años del Acuerdo de París

El 12 de diciembre Colombia actualizará su compromiso climático. Además de presentar su meta en reducción de emisiones, deberá decir qué objetivos tiene para enfrentar los impactos del clima. Hasta ahora se trata de lecciones que se han quedado en el papel.

El paso del huracán Iota volvió a poner sobre la mesa un tema que, de alguna manera, venía esfumándose con el tiempo: la de adaptarnos al cambio climático. Tras la tormenta y con la destrucción evidente que dejaron los fuertes vientos, varios científicos se preguntaron dónde había quedado el plan de adaptación que se escribió para el Archipiélago en el 2014. “Hace unos años se elaboraron los Planes de Adaptación Climática para algunos departamentos del país, ¿cuántos de ellos se están implementando?”, se preguntó la científica colombiana Sandra Vilardy en Twitter. “O sólo fue un contrato con buenos insumos técnicos para cumplir con los compromisos internacionales”.

En la discusión sobre el cambio climático muchas veces pareciera que la adaptación se queda tras bambalinas. Se entiende como un apéndice de la mitigación que busca, en cambio, atajar las causas del cambio climático. Pero en un país como Colombia, que para el 2040 tendrá al 59% de los municipios en riesgo medio y muy alto ante el cambio climático, es importante que se empiece a pensar en adaptar y planificar teniendo en cuenta los cambios del clima. “Si hoy apagáramos el mundo, con todas sus industrias y emisiones, los gases que hay en la atmósfera continuarían como por 400 años”, comenta Andrea Guerrero, quien negoció hace cinco años el Acuerdo de París y facilitó el desarrollo de su capítulo de adaptación. Por esto, no basta con concentrarse en disminuir el cambio climático, sino que también hay que prepararnos para los impactos que ya se están viendo.

Pero esta misión, no solo en Colombia sino a nivel mundial, parece irse perdiendo. Según la Comisión Global de Adaptación, creada entre otros por Bill Gates, dijo que para el 2019, a nivel mundial, se estaba gastando 20 veces más en reducir las emisiones que en aumentar la resiliencia ante el aumento de la temperatura global. “Necesitamos urgentemente más recursos, colaboración y voluntad política para hacer de la adaptación una prioridad global”, escribió Ban Ki Moonantiguo secretario de la ONU y cocreador de la Comisión con Gates, en la revista Time

¿Por qué nos cuesta hablar de adaptación?

En las negociaciones de cambio climático la adaptación llegó más tarde que la mitigación y, por eso, con menos poder político. “La pelea más grande en adaptación es que los países desarrollados se interesen por financiar las acciones de adaptación de los países en desarrollo, porque estos últimos estas sufriendo los peores impactos por algo, como el cambio climático, que no crearon”, dice Guerrero.

A este escenario, comenta Mariana Rojas, parte de la delegación que fue a París y quien coordinó el Grupo de Adaptación al Cambio Climático del Ministerio de Medio Ambiente entre 2012 y 2018, se suma que, por mucho tiempo, se creyó que la adaptación tenía impactos locales. Por esto, no se vio necesidad de resolverla o discutirla a nivel internacional. “Pero esa visión cambio y se entendió que, si bien la respuesta es local, los impactos de esa respuesta local tendrán influencia internacional, como sucede con la migración bajo el contexto del cambio climático”, señala. Sin embargo, ha sido tal la falta de protagonismo que se le da a la adaptación que Rob Law, quien trabaja en la Victorian Greenhouse Alliance de Australia, se refirió a esta como el “primo pobre” el cambio climático en un artículo que escribió para The Guardian.

Adaptación en Colombia, así van encajando las piezas

Mientras Colombia prendía las alarmas con el fenómeno de la Niña del 2010-2011, que además dio pie a la creación del Fondo de Adaptación Nacional, a nivel de las negociaciones climáticas la adaptación como medida para afrontar el cambio climático iba tomando fuerza. “En la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático de Cancún, desarrollada en el 2010, se creó el Marco de Adaptación de Cancún, un instrumento clave que dio varios lineamientos para los países, entre otras cosas, que tuvieran un plan de adaptación”, recuerda Rojas.

Ambos escenarios, según las ex negociadoras, dieron pie para que Colombia se convirtiera en un líder de adaptación a nivel de Latinoamérica. “En general somos un referente por tres avances: planificación, normatividad y arreglo institucional”, continua. Y es que el trabajo que hay en el papel no es poco. Hay un Plan Nacional de Adaptación desde 2014 y, colgados en la página del Ministerio de Ambiente, nueve planes regionales de adaptación al cambio climático, entre los que se encuentra el de San Andrés (además considerado el departamento con menor capacidad adaptativa). También hay una guía de adaptación basada en ecosistemas, solo por dar algunos ejemplos.

Además, con el nuevo compromiso climático que presentará Colombia el 12 de diciembre de 2020, como parte del ciclo de actualización de cinco años desde que se firmó el Acuerdo de París, se presentará también la primera comunicación en adaptación del país ante el Acuerdo. Es decir, será la primera vez que se hacen unos compromisos formales de cómo nos vamos a adaptar ante la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.

Pero el problema, y en esto coinciden las expertas, es que la tendencia del país es a quedarse en el papel. “La adaptación se vuelve un tema chévere que se le ocurre a alguien en alguna institución. Hacen el piloto, pero no se escala y no hay un salto de los institutos de investigación a la política pública con financiación”, cuenta Vilardy. “Los documentos se quedan en el papel porque planear es más barato que ejecutar”, agrega Rojas.

Financiar la adaptación parece ser su laberinto sin salida. “Cuál es la señal desde la política pública, desde el Ministerio de Hacienda, para la adaptación climática, porque eso va a costar mucho”, señala Vilardy. Encontrar cuánto ha gastado Colombia buscando adaptarse no es fácil, pues las cifras parecen estar esparcidas en distintas bases de datos del Estado.

Pero para darse una idea Rojas cita lo siguiente: en el 2013 el Fondo de Adaptación (AF), uno de los pocos a nivel internacional que existen para programas de adaptación, le entregó al país 8,518,307 dólares para La Mojana. Este se ha convertido, además, en uno de los referentes de cómo el país, uno además anfibio, puede enfrentar los fenómenos extremos. El conocido Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF) ha destinado 10,250,000 dólares al país, en 58 proyectos de cambio climático, entre los que incluyen adaptación y mitigación.

Pero como lo recuerda Guerrero, no podemos depender de cooperación internacional para sobrevivir y adaptarnos. La plata es poca y compite con mitigación, aunque a veces los proyectos se cruzan. En cambio, se necesita que lo que ya se hizo y que tiene recursos asignados (como los planes de desarrollo de las regiones) le den toda la prioridad a la adaptación al cambio climático. A cinco años de Paris parece ser la única salida.

 

Tomado de El Espectador