El mundo está en un proceso de transición a energías más limpias. Los humanos contaminamos, pero, contra la creencia de moda, no se debe a nuestra maldad. Las especies en la Tierra están programadas para sobrevivir. Los tigres cazan lo que pueden; cuando es demasiado y las presas se ponen escasas, también ellos escasearán por falta de comida, y el sistema se equilibra. Los humanos domesticamos plantas y animales, inventamos remedios y vivimos 80 años en lugar de 30. Los niños sobreviven, y nuestra población creció hasta los 7.500 millones.
El mundo está en un proceso de transición a energías más limpias. Los humanos contaminamos, pero, contra la creencia de moda, no se debe a nuestra maldad. Las especies en la Tierra están programadas para sobrevivir. Los tigres cazan lo que pueden; cuando es demasiado y las presas se ponen escasas, también ellos escasearán por falta de comida, y el sistema se equilibra. Los humanos domesticamos plantas y animales, inventamos remedios y vivimos 80 años en lugar de 30. Los niños sobreviven, y nuestra población creció hasta los 7.500 millones.
Inventamos transportes para viajar y distribuir la comida, y muchas cosas más. Para todo eso necesitamos energía (los tigres hubieran hecho lo mismo). Las formas para obtenerla han sido de un ingenio extraordinario. Pero una consecuencia no prevista fue que la combustión de leña, carbón y petróleo produjo también gases que contaminan y tienen un efecto nocivo para la regulación del clima.
La transición será un proceso complejo, una combinación de estrategias. Quien afirme que sabe cómo se va a hacer y prometa una fórmula mágica o está mintiendo o no ha entendido el problema.
La mayoría de las soluciones serán desarrollos tecnológicos novedosos. Todos producirán impactos colaterales. Lo de ‘costo cero’ es demagogia. Se podrá producir energía con celdas solares, pero solo de día, y en La Guajira, no en Bogotá. Además, su construcción requiere minerales y plásticos, y los paneles van a cubrir terrenos agrícolas. La energía eólica es otra opción, pero no hay viento en todas partes ni a toda hora. Los molinos de viento también requieren materiales, y hay ecólogos que se quejan del impacto en nichos ecológicos y de interferencia en el curso de aves migratorias. La energía hidráulica es limpia, pero vimos lo que podía haber pasado. Además, hace pocos años, por el Niño, tuvimos que reactivar las plantas térmicas a carbón.
Estamos esperando nuevas tecnologías. Mejores baterías que podrán estabilizar el sistema (pero que serán fabricadas con materiales contaminantes); fábricas que capten e inmovilicen el CO2 (pero con consumo de energía y de minerales). La biomasa es una opción, pero produce CO2 y usa tierra y agua de vocación agraria. Ojalá llegue la fusión nuclear, pero sospecho que habrá comunidades que la rechazarán. La reforestación deberá crecer (en los países del norte aumentó 30 % durante el último siglo, en los del sur sabemos lo que pasa). El proceso de transición está lleno de incertidumbres, y la forma como la gente debe recorrer un camino incierto es con cuidadito, con metas claras e información confiable.
Hay estrategias temporales que no deben ser descartadas. El fracking en Estados Unidos (se van a ir de espaldas algunos lectores) es la práctica que ha tenido el mayor impacto en reducción de gases de efecto invernadero. Esto por la transformación de las plantas térmicas de carbón a gas natural, que es menos contaminante. De 2007 a 2012 redujeron en 14 por ciento las emisiones, más de lo que proponía el protocolo de Kioto.
La comisión colombiana para el fracking hizo recomendaciones cuidadosas. Diez expertos de alto nivel, en varias disciplinas, concluyeron que debemos empezar con estudios piloto controlados. De ser eso posible, las reservas se triplicarían, podrían cubrir las necesidades del país durante la transición y financiar la mayor parte de sus costos. Debemos tener cuidado con posiciones intransigentes que produzcan un efecto opuesto al deseado. Por un tiempo será inevitable seguir usando combustibles fósiles, pero sería inaudito que además de dejarlos de vender, tengamos que comprarlos. Peor aún sería que para no apagarnos (con las consecuencias sociales que eso conlleva) tengamos que prender las viejas plantas de carbón.
Tomado de: El Tiempo