Camilo Sánchez, presidente Andesco y del CGN
Tomado de Portafolio
Cuando a una sociedad le importa poco la corrupción, el populismo, nepotismo, la incompetencia, y falta de ejecución, para solo mencionar algunos de nuestros problemas actuales, y pese a esto se mantiene una franja importante de respaldo al líder que les ha incumplido lo prometido, esto es un síntoma de que estamos bajo el efecto teflón, dejando claro que como colectivo estamos fallando. Este adormecimiento errático y que no ve la corrupción se traduce en escaso crecimiento, inseguridad física y jurídica, baja inversión, poniéndonos en riesgo de perder nuestra preciada democracia.
María Corina Machado, al recibir el premio Nobel de Paz en Oslo, recordó cómo se desarrolló en Venezuela la crisis social y económica, siendo una voz de alerta para evitar que se vuelva nuestra historia, ya que estamos recorriendo un camino similar. Mostró cómo corrieron la línea ética e hicieron reinar el caos, sumiendo al pueblo en un letargo mediante el asistencialismo insostenible y corrompiendo las instituciones con total impunidad.
Preocupa el síntoma en mención, observado en recientes encuestas, donde el Gobierno mantiene cerca del 30% de aceptación pese a todos los desmanes al lograr trasladarles la culpabilidad a los gobiernos anteriores y a la oposición. Estamos cayendo en un proceso de Patria Boba donde la narrativa fantasiosa supera la realidad reinante.
Ante esto, los colombianos nos jugaremos nuestro futuro democrático y de prosperidad en las próximas elecciones de Congreso y Presidencia, por lo que deberemos unirnos y ser muy responsables eligiendo a conciencia si queremos recuperar el rumbo.
La prioridad será salvaguardar toda la institucionalidad, defendiendo la independencia de los tres poderes públicos que durante este Gobierno han sido sometidos a descalificaciones continuas sin fundamento.
Atacan al Congreso porque no aprueba reformas inconvenientes, amenazando incluso con decretar emergencias económicas, sin cumplir los requisitos, utilizando la presunción de legalidad, confiando en que la Corte Constitucional se demore en declararlas inexequibles.
Igualmente siguen incumpliendo casi a diario los fallos adversos de las distintas cortes y tribunales, y desacatando decisiones y controles de advertencia proferidas por los organismos de control y autoridades electorales; todo esto corresponde a una estrategia diseñada para socavar la democracia.
Todavía tenemos tiempo para evitar recaer en la tentación de los extremos, que como podemos observar en el vecindario no han dado buenos resultados, tan solo han incentivado la polarización y hundido a sus pueblos en la pobreza y desesperanza. Es el momento de buscar liderazgos técnicos inclusivos y ejecutivos que nos permitan volver a avanzar.
Decía Mullen: «La libertad, al fin y al cabo, no es sino la capacidad de vivir con las consecuencias de nuestras propias decisiones». ¡Es ahora o nunca!
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