El código de colores, sin duda, es una medida de gran importancia para avanzar en la gestión adecuada de los residuos en el territorio nacional.
En las últimas semanas el Gobierno Nacional y los medios de comunicación anunciaron que desde el 1º de enero inició la implementación del código de colores para la separación de residuos en el país, de acuerdo con lo establecido en la resolución 2184 de 2019: blanco (residuos inorgánicos aprovechables como es el papel, cartón o plásticos), verde (residuos orgánicos aprovechables) y negro (residuos no aprovechables). Por lo anterior, distintos sectores incluidos administradores, ciudadanos y comerciantes, empezaron la compra de las bolsas adicionales. Sin embargo, la separación, de acuerdo con el nuevo código de colores es el primer paso de muchos que se requieren para que el proceso de aprovechamiento de residuos sea exitoso.
Según la norma mencionada, los municipios y distritos a través de su Plan de Gestión de Residuos Sólidos-PGIRS, deben implementar el código de colores en el marco de los programas de aprovechamiento de residuos del servicio público de aseo. Por lo tanto, sin la inclusión de este código en los PGIRS y sin que existan proyectos de aprovechamiento en los municipios, la separación de los residuos en la fuente no llevará necesariamente a que los residuos tengan una recolección y manejo diferencial acorde a cada color.
Analizando cifras, según el informe de disposición final de la Superservicios, a 2019 únicamente 3 municipios del país llevaban sus residuos a plantas de tratamiento, lo cual representa el 0,1% de los residuos totales producidos en el país. La implementación de nuevas tecnologías, como es el caso San Andrés o procesos de tratamiento como los implementados en Cajicá y Villavicencio, aún están en desarrollo y consolidación. Lo anterior, debido a los altos costos de inversión y falta de incentivos normativos y regulatorios para implementar estos sistemas a gran escala. Por el lado de la actividad del aprovechamiento de residuos inorgánicos asociados al reciclaje, de acuerdo con el informe publicado por la Superservicios, en el 2019 de los 1.103 municipios, solo en 158 se reportaron residuos aprovechados por 1,4 millones de toneladas, de las cuales el 78% fue de Bogotá.
En consecuencia, es de vital importancia la promoción de los procesos posteriores, como son: la recolección selectiva, el transporte hasta el sitio adecuado y el manejo diferencial de los residuos. Para ello se requieren medidas tarifarias y directrices municipales que permitan a los prestadores del servicio público de aseo realizar los procesos acorde con cada clasificación.
El código de colores que ya entró en aplicación, sin duda, es una medida de gran importancia para avanzar en la gestión adecuada de residuos en Colombia. Sin embargo, su impacto real depende del proceso de planeación e implementación por parte de las administraciones municipales y distritales, así como de su armonización con la regulación tarifaria del servicio de aseo y sus actividades complementarias. Lo anterior es clave para que los esfuerzos realizados tanto por los usuarios, el gobierno nacional, las empresas prestadoras y demás actores, se reflejen en la transformación real del sector y el cumplimiento de las metas que nos hemos trazado como país.
Camilo Sánchez Ortega
Presidente de Andesco
camilo.sanchez@andesco.org.co
Tomado de Portafolio