Más de 5 millones de personas consumen leña para cocinar en el país. Eso es inaceptable por salud y el daño al medio ambiente.
Este año ha sido un año de ejecución de varias decisiones de política pública relativas al gas licuado del petróleo (“propano en cilindros”), plasmadas en el Plan Nacional de Desarrollo.
Se han expedido dos de las tres regulaciones técnicas para la era del AutoGLP y del NautiGLP en el país. También se aprobaron partidas presupuestales para que el año entrante se inicie al programa de sustitución de leña por GLP y para fortalecer la construcción de redes de distribución domicialiaria.
En este 2020 las empresas distribuidoras de GLP se adaptaron exitosamente a las condiciones que el Covid-19 ha impuesto. Esto le genera tranquilidad a las autoridades energéticas con respecto a la solidez y capacidad de respuesta del sector.
Durante este año se han dado algunos desarrollos interesantes en el mercado, a pesar de la caída en ventas en el mes de abril.
En el ámbito industrial, algunas empresas están haciendo las conversiones necesarias para pasarse al GLP porque ven que es una alternativa competitiva, que cuenta además con seguridad en el suministro. En el sector residencial, la pandemia trajo cambios en los hábitos de los hogares, que generaron un incremento en el consumo para cocinar.
En cuanto a nuevos usos, la materialización del AutoGLP y del NautigGLP era una decisión que estábamos en mora de tomar. Hace 6 años, en el Plan de Desarrollo del anterior gobierno, se decidió que el GLP debía competir en el sector vehicular.
Pero no pasó nada hasta ahora que el actual Gobierno está expidiendo el marco normativo técnico para darle luz verde GLP en los sectores automotriz y náutico.
Estábamos en mora, porque el AutoGLP es el combustible más usado en el sector vehicular después de las gasolinas y el diésel.
Países como Turquía o Corea del Norte, lo tienen como el principal combustible; en otros países como Estados Unidos, España o Perú, lo han impulsado dentro de las políticas para atender los retos que impone el cambio climático.
Otro desarrollo interesante en el Presupuesto General de la Nación es el impulso a la construcción de redes urbanas de distribución. Este combustible no solamente se puede suministrar a las residencias mediante cilindros sino también a través de tubería.
En muchos lugares de nuestra geografía montañosa, es más eficiente económicamente montar plantas de almacenamiento abastecidas por carretera y no tener que incurrir en las costosas inversiones que implica la construcción de gasoductos para redes urbanas de distribución domiciliaria.
Lo mismo puede decirse de la decisión de reemplazar el consumo de leña por el GLP. Más de 5 millones de personas consumen leña para cocinar en Colombia. Eso es inaceptable dados los problemas de salud respiratoria que se generan y el daño al medio ambiente que implica la deforestación.
Así que, en buena hora, el Gobierno está impulsando la diversificación de la canasta de combustibles del país, hecho que se suma a los aciertos en el aumento de la capacidad de generación eléctrica a través de las fuentes renovables. Es que sí se puede crecer, desarrollarse, con base en una matriz energética más limpia.
Alejandro Martínez Villegas
Ex viceministro de Minas y Energía.
Tomado de Portafolio